Cambiando de ciudad
Las aventuras y desventuras en una ciudad nueva de un artista que en el fondo aspira a ser conocido en todo el mundo.
Hay días en Popomundo que no son como los demás. Hay días en los que le deberían dejar a uno usar sus juegos pirotécnicos por la alegría y emoción que suponen aunque para la gran mayoría de la gente no sea más que un día normal.
Un día de diciembre por fin me decidí con mi banda a abandonar la ciudad sueca de Estocolmo, donde nací, crecí y fui evolucionando durante más de cien días en el Popomundo para afrontar nuevos retos. No fue una decisión facil, pero era necesaria y excitante a la vez. La situación da vértigo, pero hay mucho que ganar: nueva gente, nuevas experiencias, nuevos conciertos y mucha diversión.
También se pierden cosas, tus amigos de la vieja ciudad se quedan allí y sabes que no los vas a ver tan a menudo, que probablemente muchos se olviden de ti y que esas chicas que habían sido tan especiales con las que habías tenido tus primeros rapiditos y luego tus primeros revolcones bajo las sábanas quizá ya no vuelvan a compartir esos momentos para recordar. Esto apena, pero hace pensar que si realmente conocí a alguien que mereciera la pena, estará esperándome igual que yo esperé a esas personas que marcharon tanto tiempo de gira y acabaron volviendo. La tristeza va a estar ahí, pero la popovida es corta y hay que disfrutar.
Ahora en Barcelona he descubierto unos nuevos parques más grandes y tan bonitos como el Kungstradgarden o el Vitabergsparken, nuevas salas de ensayo, nuevas compañias y también una edición de It's Pop muchísimo más interesante y densa y que me brinda esta oportunidad de relatar mi experiencia.
Y me quedan un montón de días por delante para conocer cada rincón de la ciudad, pasear por sus tiendas y buscar gangas en las rebajas, ensayar en las salas antes de actuar en los nuevos clubes que nos abren sus puertas... Quién sabe si un nuevo trabajo en el que me paguen mejor o una poponovia que se enamore de mí y me dé hasta un hijo. Grandes grupos por conocer, conciertos de bandas amigas, reencuentros con viejos compañeros que pasaron en sus giras por Estocolmo... Hay tantas puertas que se abren ahora que no puedo desperdiciar ni un segundo. Esto va a ser un no parar.
Espero que Barcelona se convierta en mi ciudad adoptiva por todo lo que he oído de ella y de su buena gente, y sé que entre todos conseguiremos convertirla en una de las mejores y más grandes ciudades de todo Popomundo. Está en nuestras manos, y si esta experiencia sale todo lo bien que espero, recomendaré este cambio de ciudad a mucha más gente. ¡Hagamos bailar al mundo al ritmo barcelonés!
Author: Viktor Lyhstål
Published in Issue 146 of the Barcelona Edition.
sábado, 1 de enero de 2005
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